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Mi manual del bebé es una publicación creada por un destacado equipo de especialistas de la salud. Esta guía te acompañará desde la preconcepción hasta que el niño tenga 36 meses de edad. Contesta las preguntas más frecuentes hechas a los especialistas, que se pueden manejar desde el hogar. Claro que debemos recordar, que no es un substituto de la consulta médica, ya que nada ni nadie puede reemplazar los sabios consejos del especialista. Pero, sí es un complemento practico, que te acompañara en la aventura más maravillosa de tu vida ´Ser padre´.
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El parto es un momento de gran importancia médica y social; entremezclándose la necesidad de un buen resultado médico con la creación de un momento especial e íntimo. EN los últimos años, por este motivo, nos hemos visto enfrentados a una nueva corriente en relación al parto, la cual proclama el llamado parto natural. Desafortunadamente ninguna organización internacional prestigiosa relacionada con la Obstetricia y Ginecología ha consensuado una definición de lo que debemos entender por parto natural.
El parto natural sería, de acuerdo a páginas de divulgación no científica sobre el tema, una modalidad de nacimiento íntimo, acompañado de la familia y en algunas ocasiones con la participación de doulas; siendo estas últimas mujeres que acompañan y animan a la paciente durante el trabajo de parto para hacerla sentir más contenida y empoderada. Muchas veces se busca que los partos naturales ocurran en recintos no hospitalarios, tales como el domicilio o “casas de parto”, con el fin de evitar intervenciones médicas frecuentemente utilizadas durante el trabajo de parto tales como el uso de anestesia, ocitocina, o la monitorización fetal continua, y que los defensores del parto natural consideran como innecesarias o francamente nocivas.
El fundamento psicosocial de los grupos que promocionan el parto natural es el favorecimiento de la conexión inicial con el recién nacido, estimulando el apego, la relación madre e hijo y la lactancia materna. Producto de una gran promoción mediática, y la presión de los grupos interesados, el deseo de un parto natural crece cada día más y representa una consulta habitual en el contexto del control prenatal. Muchas veces incluso, las pacientes, acuden a sus médicos tratantes con un “plan de parto”, documento que confeccionan en conjunto con sus parejas o familias y representa sus ideas respecto a lo que desean al momento de la atención del parto.
Evidencia científica en relación al parto natural
si bien la evidencia científica no es muy sólida, es posible decir que el parto natural se asocia a una mayor probabilidad de parto vaginal espontáneo, amamantamiento, y visión muy positiva del proceso. El parto natural se asocia a menor uso de epidural, ocitocina y episiotomía. El parto natural no mejora ni empeora la salud materna o del recién nacido, de modo que parece ser una opción a considerar, según los deseos de la paciente, en un buen acuerdo con su médico tratante. Es importante destacar, que la monitorización de los latidos fetales durante el trabajo de parto es indispensable, por lo que el parto natural no puede darse en el contexto de no vigilar el bienestar fetal durante la progresión hacia el parto.
Parto medicalizado:
Mucha de la información no médica a la que acceden las embarazadas propone al Parto Natural como lo bueno, lo “natural”, lo “humanizado” o “no medicalizado”, levantando a un enemigo potencial en el acto médico. Sin embargo, lo opuesto a natural, no es lo artificial o antinatural, sino que lo cultural; entendiendo la cultura como la creación de lo humano. El modo en que hoy atendemos el parto es producto de la evolución espontánea del acto médico, incluyendo intervenciones y evitando otras, constituyendo un uso habitual que la gran mayoría acepta sin discusiones. Parece razonable sin duda que, como parte del acto médico, siempre analicemos racionalmente nuestras acciones, en sus dimensiones científicas y humanas. Los médicos no efectuamos acciones médicas por el deseo injustificado o placentero de hacerlo, cada acción médica debe ser justificada y basada en sólida evidencia científica.
Es importante analizar el concepto de “medicalización del parto”, pues podría confundirse con el de atención médica del parto. Quienes usan el término “medicalización”, sin duda lo hacen con afán despectivo, para desprestigiar a las intervenciones médicas. Sin embargo, la atención médica no consiste en efectuar todas las intervenciones posibles y disponibles por el solo hecho de aplicarlas, un buen acto médico se cimienta en la “medicina basada en evidencia”, entendiendo por tal el uso de la mejor evidencia disponible, asociada al buen juicio clínico y a las preferencias del paciente para lograr la mejor atención médica posible. De este modo, la medicalización corresponde al uso irracional de las tecnologías médicas, y no al actuar médico correcto; entendiendo esto, obviamente la medicalización del parto es un acto nocivo para la salud de las personas. Por el contrario, el uso de intervenciones médicas útiles, racionalmente utilizadas y en concordancia con las preferencias de las pacientes, debe ser recomendado
Parto domiciliario
La atención del parto en el domicilio de la mujer, sin atención médica, fue la práctica habitual por siglos; mismo período en que las tasas de morbilidad y mortalidad materna y perinatal eran muy altas. La atención médica del parto llevó a que el evento se produjera en los hospitales, en busca de mayor seguridad. Sin embargo, hoy en día, algunas mujeres desean optar por volver al parto domiciliario. En los países y sistemas de salud donde esta opción está normada y regulada, el parto en el domicilio está reservado solo para mujeres/embarazos de bajo riesgo.
En mujeres que ya han tenido hijos, el parto domiciliario reporta menores intervenciones, y no se asocia a alteraciones del resultado perinatal; mientras que para mujeres en su primer embarazo, el parto domiciliario resultaría en menores intervenciones, pero a expensas de un peor resultado perinatal. Es importante notar que la gran mayoría de los estudios observacionales reporta el resultado perinatal, pero no el resultado materno. El parto domiciliario presenta un aumento en la tasa de muerte perinatal, la tasa de convulsiones neonatales y la necesidad de transfusiones maternas, con una disminución en tasa de parto vaginal asistido, tasa de cesárea, así como de inducción y aceleración del trabajo de parto.
La atención médica del parto ha sido uno de los grandes progresos de la humanidad, desde el acompañamiento por la partera hasta transformar la obstetricia en una especialidad médica básica, sin duda que las mujeres y sus hijos han sido mejor atendidos. Sin embargo, el exceso de celo en la acción médica ha llevado a la toma de acciones potencialmente innecesarias, lo que muchos han llamado “medicalización del parto”. Quienes defienden el parto natural, ven en la medicalización del parto una amenaza, haciendo razonable la expectativa del parto en el domicilio como un modo de evitar las intervenciones. La evidencia actual demuestra que el parto en el domicilio reduce las intervenciones médicas, pero a un riesgo demasiado alto, pues el parto en el domicilio se asocia a aumento en la tasa de muerte perinatal, convulsiones neonatales y necesidad de transfusiones sanguíneas maternas. Disponer de escenarios alternativos para el parto dentro del hospital, en que se cree un ambiente confortable y seguro, sí parece ser una opción segura para buscar lo mejor de ambos mundos.
Atención del Trabajo de Parto y Parto:
Varias son las acciones médicas que pueden ser utilizadas para la vigilancia del trabajo de parto, su uso no es ni bueno ni malo, es decir, en general, en un embarazo de curso normal, no mejoran ni empeoran la salud materna o fetal. Entre estas acciones que pueden o no ser utilizadas se encuentran la analgesia epidural, la rotura artificial de membranas y la aceleración mediante ocitocina. La episiotomía, por el contrario, que antes fue de uso rutinario, hoy sabemos que debe evitarse en la medida de lo posible.
Como ya se indició, la monitorización de latidos cardíacos fetales es imprescindible durante el trabajo de parto, puesto que determina una importante reducción de la muerte perinatal. No es razonable acceder a la solicitud de una madre de no vigilar los latidos cardíacos fetales durante el trabajo de parto, pues se arriesga a graves complicaciones fetales, incluso la muerte. La vigilancia de los latidos fetales puede ser realizada de manera electrónica continua o de modo intermitente considerando una matrona por paciente y cumpliendo de manera estricta los tiempos de intervalo entre evaluación.
Las Doulas
La participación de Doulas durante el trabajo de parto ha demostrado una disminución en el uso de analgesia, así como efectos psicológicos positivos en la madre, no existiendo ningún beneficio desde el punto de vista médico (materno o neonatal). Creemos necesario considerar esta información para evitar gastos innecesarios a las parejas; en Chile, las matronas desempeñan correctamente este rol de acompañamiento de las mujeres, y siendo profesionales muy bien preparados, sin duda evitarán riesgos innecesarios asociados a impedir el acceso de las mujeres a una atención segura del parto.
Dr. Jorge A. Carvajal C. PhD.
Profesor Titular
Jefe de Departamento de Obstetricia y Ginecología Universidad Católica de Chile
Jefe de Programa de Doctorado en Ciencias Médicas
Escuela de Medicina. Facultad de Medicina
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